lunes, 27 de febrero de 2012

La primera desobediencia del hombre





 La primera desobediencia del hombre 
Gn 3.1–21 
1     La triple SUTILEZA de la serpiente: 
Puso en duda la palabra de Dios, negó la verdad de Dios y 
difamó el carácter de Dios   Gn 3.1, 4, 5 


2     La triple RESPUESTA de la mujer: 
Citó erradamente la palabra de Dios, minimizó el peligro y 
tomó en forma equivocada el propósito de Dios 


3     La triple TENTACIÓN de Satanás: 
Lujuria de la carne, deseo de los ojos y orgullo de la vida   1 
Jn 2.16 


4     El triple ACTO de desobediencia del pecador: 
Con su ojo ella miró, con su mano tomó, y con su boca 
comió   Gn 3.6 


5     La triple MALDICIÓN del pecado: 
Sobre la serpiente, la mujer y la tierra   Gn 3.14–17 
6     El triple FRUTO de la transgresión: 
Vergüenza, sufrimiento, separación   Gn 3.8, 17, 24 
7     La triple PROMESA de Dios: 
«Pondré enemistad», «ésta te herirá en la cabeza», «tú le 
herirás en el calcañar»   Gn 3.15 




¿ES CIERTO QUE CADA CRISTIANO ES UN MISIONERO?




HUANCAYO PERU 
¿ES CIERTO QUE CADA CRISTIANO ES UN MISIONERO?
Por Gordon Olson

Comúnmente escuchamos decir que cada cristiano es un misionero, o más bien, que cada cristiano debería ser misionero. Incluso, hay una conocida frase que dice: “Cada día ¡sé un misionero!” Mmm... Suena bien, pero este tipo de pensamiento efusivo sólo empaña el asunto. No cada cristiano puede ser misionero ni debería serlo. Entonces, ¿es un error decir que cada cristiano debe ser misionero? 

Para comenzar, diremos que sería como decir que cada cristiano debería ser un evangelista, y esta afirmación, a simple vista, es tan obviamente equivocada que pocos cristianos cometerían este error. Pero así como los pastores y los evangelistas son especialmente llamados por Dios para un ministerio de la Palabra, lo mismo sucede con los misioneros: un misionero es especialmente llamado por Dios para realizar ese ministerio determinado. 

Antes de ir más lejos, revisemos la información bíblica. La raíz de las palabras “misión” y “misionero” viene del latín mitto, que significa yo envío. Pero, debido a que la Biblia no fue escrita en latín, sino en griego y en hebreo, necesitamos encontrar el mismo concepto en el griego del Nuevo Testamento. El verbo apestello, tiene la misma idea de ser enviado, y de ahí surge la palabra apostle (apóstoles), que significa envía a uno. 

LOS APÓSTOLES: LOS PRIMEROS MISIONEROS

El Señor Jesús apartó a doce de sus discípulos como apóstoles y los envió a su propia gente en Israel. Fueron enviados a anunciar a los judíos que se arrepintieran, debido a que el Rey-Mesiánico había llegado y su reino se había acercado. De la misma manera, más tarde, Dios apartó a otros como Pablo y Bernabé para ser apóstoles a los gentiles. (Hch. 13:3; 22:21; Ga. 2:7-9). La idea de ser enviados, es lo medular en ambos casos. Así que los apóstoles fueron los primeros misioneros tanto locales como foráneos. Pero, ¿qué es lo que fueron enviados a realizar, que cualquier cristiano común y corriente no esté comisionado a hacer?

Primero, encontramos que los doce apóstoles dejaron sus ocupaciones seculares y dedicaron sus vidas, de tiempo completo, para ser discípulos de Cristo. Algunos dejaron sus lanchas y redes para pescar después de creer en Cristo. Mateo dejó su ocupación de recaudador de impuestos. Cada uno de ellos se dedicó de tiempo completo al ministerio cristiano. Como dijo Pedro: “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la Palabra” (Hch. 6:4). Encontramos que Pablo, Bernabé y los otros apóstoles hicieron lo mismo cuando tenían sostén económico de las iglesias. Aunque Pablo trabajaba en Corinto fabricando tiendas cuando el dinero escaseaba, en el momento en el que Silas y Timoteo trajeron donaciones de las iglesias de Macedonia, de nuevo él se dedicó de lleno al ministerio de la predicación (Hch. 18:1-5 NVI). 

¿Qué más distinguía a estos misioneros que se habían dedicado a compartir a los gentiles? El testimonio que los judíos daban a los gentiles implicaba cruzar una barrera cultural, y no solamente los cristianos en Antioquía empezaron a cruzarla (Hch.11:19-20), sino también Pablo y Bernabé, que fueron especialmente dotados para testificar traspasando fronteras; por eso fueron enviados como los primeros misioneros foráneos (Hch.13:1-3). Superaron ambas barreras, la geográfica y la cultural, a fin de ganar a los gentiles para Cristo (Hch. 22:21). 

Pablo viajó extensamente en cuatro provincias romanas durante sus tres viajes misioneros. Aparentemente, rebasó otras barreras geográficas y culturales en su ministerio después de que fue escrito el libro de Los Hechos (como inferimos de sus cartas). Aunque el dicho común dice: “cruzar el océano no te hace misionero”, en realidad, el atravesar fronteras es una parte importante de lo que forma a un misionero. 

Hay otro aspecto que particularmente distinguió la carrera misionera de Pablo, y es sumamente valioso: la ambición de predicar a Cristo en los lugares donde no era conocido, para no edificar sobre fundamento ajeno. “Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán.” (Ro. 15:20-21) 

DEFINICIÓN DE MISIONERO

Herbert Kane ha sugerido que, a pesar de que no es posible dar una definición perfecta o irrefutable de lo que es un misionero, la siguiente definición debería ser suficiente: “En el sentido tradicional, el término misionero se ha reservado para aquellos que han sido llamados por Dios para un ministerio de tiempo completo en la predicación y la oración (Hch. 6:4) y que han cruzado barreras geográficas y/o culturales (Hechos 22:21) para predicar el evangelio en aquellas regiones del mundo donde Cristo Jesús es medianamente conocido o completamente desconocido (Ro. 15:20). 

Charles Ryrie ha señalado que se debe distinguir entre una práctica general en la Iglesia y un don especial que Dios les da a algunos en esa área. Por ejemplo: Todos los cristianos deben ser dadores, pero sólo algunos tienen el don de dar. Todos deben ser testigos de Jesucristo, pero sólo algunos tienen el don del evangelismo y/o del apostolado. Y se podrían dar muchos otros ejemplos. El punto es que todos los cristianos deben ser testigos de Cristo, pero no todos los cristianos están especialmente llamados de tiempo completo a un ministerio de evangelismo individualmente otorgado.

Todos los cristianos, en obediencia a la Gran Comisión, deben tener una mente misionera, pero no todos los cristianos pueden ser misioneros en el apropiado sentido bíblico del término. ¡No todos podemos hacer maletas e irnos! Algunos debemos quedarnos y respaldar a esos que van. “Si cada cristiano fuera considerado un misionero, entonces cada uno de nosotros podría quedarse donde está y nadie necesitaría levantarse e ir a predicar el evangelio.”

Por consiguiente, debido a que un misionero es enviado por Dios, debe ir a algún lugar. Esto se ilustra muy bien con algunos acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. En esa época, todos los norteamericanos se movilizaron en una acción de guerra: las amas de casa donaron sus sartenes, muchos recolectaron metales de los garajes y bodegas, las mujeres dejaron sus hogares y por primera vez fueron a trabajar a las fábricas. Todos se movieron para ganar la guerra en contra de los países del Eje, pero no todos podían estar en las Fuerzas Armadas, y mucho menos podían ir personalmente al frente ni estar en batalla. La misma diferencia se debe hacer en la guerra espiritual en la que estamos involucrados. Todos los recursos de la Iglesia Cristiana deben ser lanzados a escala mundial en la lucha por las almas, y cada uno de sus miembros debe considerarse a sí mismo como involucrado en la movilización total que se requiere para tal acción, pero esto no quiere decir que cada miembro de la Iglesia sea un misionero. 

Muchos líderes cristianos han tomado el análisis de Ralph Winter sobre la necesidad mundial, que establece que más de una cuarta parte de la población mundial es cristiana –nominalmente-, y sólo una cuarta parte de todas las personas que viven en la Tierra están siendo de alguna manera evangelizadas debido al intercambio cultural con otros cristianos. La otra mitad de la población mundial no está siendo alcanzada porque están apartados de cualquier contacto real con cristianos, ¡lo cual no es justo para aquellos que no han oído! Así que en realidad, la idea de que cada cristiano es un misionero, ¡es una forma de escapar! Pensar así nos evita responsabilizarnos de alrededor de tres billones de personas que, hoy en día, no están siendo evangelizadas. ¡Significa una desobediencia directa al “Id” de la Gran Comisión! 

LA DEVASTADORA CONSECUENCIA 

Finalmente, después de todo lo que se ha dicho, ¿cuál es la diferencia? ¿Estamos ya profundizando en nuestra definición de misionero? Mirémoslo de esta manera: Si cada cristiano ya es considerado un misionero, entonces todos se pueden quedar en el lugar donde están, y nadie necesita levantarse e ir a algún lado a predicar el evangelio; ahora bien, si nuestro único interés es ser testigos en donde nos encontramos, entonces ¿cómo va a escuchar el evangelio la gente de los lugares donde no se ha predicado la Palabra? Si es así, la actual distribución dispareja de cristianos y de oportunidades para escuchar el evangelio de Cristo, va a seguir igual. Se ha dicho que el noventa por ciento de los obreros cristianos están ministrando al diez por ciento de la población del mundo, y sólo el diez por ciento están trabajando entre el noventa por ciento restante.ENTONCES, ¿QUÉ QUEREMOS DECIR CUANDO HABLAMOS DE MISIONES? 

Misiones: Es un programa de la Iglesia de Jesucristo que consta del trabajo necesario y completo, y de un esfuerzo especial, para alcanzar almas, cruzando barreras geográficas y/o culturales, a través del envío de misioneros, con el fin de evangelizar a la gente que nunca ha escuchado o que tiene muy poca oportunidad de escuchar el evangelio de la salvación.


LA VIDA ASOMBROSA DE JESUCRISTO

Jesucristo es más que una persona sobresaliente que vivió y murió hace muchos años. De acuerdo a las Escrituras, él es Dios el Creador que vivió sobre la tierra como hombre para dar su vida y su sangre para rescatar del poder del pecado, de Satanás y de la muerte, a una humanidad pecadora. El vive hoy y da vida eterna a todo el que viene a él. 
Aceptar o rechazar a Jesucristo es un asunto de vida o muerte "El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida" (1 Juan 5:12). "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). 
¡Nuestro deseo es que Dios sea real en su vida al estudiar la vida asombrosa de Jesucristo! "Y esta es vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3). ¿Ha recibido usted a Jesucristo en su corazón, como Salvador y Señor de su vida? Si no, hágalo hoy mismo. 
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El texto bíblico de este folleto corresponde a la Versión Reina Valera Revisada 1960, cuyos derechos son propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas y ha sido usado con el permiso correspondiente. Portada: Arte de Edwin B. Wallace.
Si desea recibir estudios adicionales de la Palabra de Dios, escriba a la casa publicadora de este estudio: Prensa Misionera Mundial, Inc. P.O. Box 120, New Paris, Indiana 46553-0120 U.S.A.

15 CONSEJOS PARA SEGUIR CASADOS TODA LA VIDA...



15 CONSEJOS PARA SEGUIR CASADOS TODA LA VIDA...
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(1) El primer compromiso que deben hacer es con el Señor, y luego el uno con el otro.

(2)! Si hablas precipitadamente, también debes pedir perdón precipitadamente!

(3)Deben estar de acuerdo en que está bien no estar de acuerdo.

(4)Aprendan a doblarse y no a romperse.

(5)Oren el uno con el otro y el uno por el otro diariamente.

(6)Procuren intereses que ambos puedan disfrutar.

(7)Decidan desde el principio que el divorcio nunca ha de ser una opción.

(8) Nunca esperes que todo en tu matrimonio sea perfecto.

(9)Nunca sean demasiado ancianos como para no tomarse de la mano.

(10)Sé siempre el mejor amigo de tu cónyuge.

(11)Olvídense del televisor y dediquen tiempo el uno al otro.

(12)Nunca se acuesten a dormir sin decir: "Te amo" y decirlo de corazón.

(13) No temas expresar afecto.

(14)Tengan sentido del humor y aprendan a resolver sus propios problemas.

(15) no intenten cambiarse el uno al otro.



Deseo que Dios le bendiga ricamente su matrimonio para toda la vida y así como también sus futuras generaciones.

La hora de oración


La hora de oración
¡Señor qué gran cambio producirá en nosotros el pasar una hora en tu presencia!
¡Qué cargas tan pesadas nos quitará del pecho! ¡Qué refrigerio, cual lluvia en verano!
Nos arrodillamos y alrededor todo baja;
Y nosotros subimos, y todo, cerca y lejos,
se destaca en el nítido horizonte;
¡Débiles al caer de rodillas; fuertes al levantarnos!
¿Por qué, pues, caminamos con los hombros caídos abrumados de cuitas y problemas cuando sería fácil obtener el remedio?
¿Por qué hemos de ser débiles o fríos, angustiados, ansiosos, cuando orando tendremos paz en Ti, gozo, fuerza y valor?

R. Trench
DESDE HUANCAYO PERU 
DIOS LOS BENDIGA

Los hombres de Dios son hombres de Oración


Los hombres de Dios son hombres de Oración
  1. De todo ello vemos que la oración tiene un lugar elevado entre todos los ejercicios de la vida espiritual. Todos los hombres de Dios han sido hombres de oración. ¡Miremos, por ejemplo, a Baxter! Las paredes de su estudio estaban descoloridas por su aliento; y cuando hubo sido ungido por la unción del Espíritu Santo, de él brotaron ríos de agua viva sobre Kidder-minster, siendo centenares los que se convirtieron. Lutero y sus compañeros eran hombres de tal poder en la oración a Dios que quebrantaron el hechizo de siglos y pusieron naciones enteras a los pies de la cruz. John Knox abarcó a toda Escocia en los brazos de la fe; sus oraciones tenían aterrorizados a los tiranos. Whitefield, después de mucha oración santa y fiel privada, fue a la feria de Satanás, y arrancó más de mil almas de la garra del león en un solo día. ¡Vemos a Wesley convirtiendo a diez mil almas para el Señor! Mirad a Finney, cuyas oraciones, fe, sermones y escri­tos han sacudido a nuestro país entero, y ha enviado una ola de bendición a las iglesias, a los dos lados del mar.
  2. El doctor Guthrie hablaba así de la oración y de su necesidad: «La primera señal verdadera de vida espiritual, la oración, es también el medio de mantenerla. El hombre no puede vivir físicamente sin respirar como tampoco puede  espiritualmente sin orar. Hay una determinada clase de animales, los cetáceos, que habitan en las profundidades del mar. Es su hogar, nunca se acercan a la orilla; sin embargo, aunque nadan bajo las olas y llegan a grandes profundidades tienen que aparecer en la superficie, de vez en cuando, porque han de respirar aire. Sin ello, estos monarcas de las profundidades no podrían sobrevivir en el denso elemento en que se mueven. algo seme­jante a lo que les impone la necesidad tísica, podemos decir del cristiano que debe hacerlo por una necesidad espiritual. El cristiano ha de elevarse de vez en cuando a Dios, por medio de la oración, hacia las regiones más puras de las provisiones de la gracia divina, para poder mantener su vida espiritual. Si be impide a uno de estos animales que alcance la superficie, muere asfixiado; si se impide a un cristiano llegar a Dios, muere por falta de oración».
  3. «Dadme hijos», clamaba Raquel, «o muero». «Dejadme respirar», dice el hombre que se ahoga, «o muero». «Dejadme orar», dice el cristiano, «o muero».
  4. Desde que empecé a pedir a Dios bendición sobre mis estudios», dijo el doctor Payson cuando era un estudiante, «he hecho más en una semana que antes en todo un año-.
  5. Lutero, cuando se hallaba más agobiado de traba­jo, dijo: «Tengo tanto qué hacer que solamente puedo dedicar tres horas diarias a la oración».
  6. Y no solo los teólogos tienen en gran estima y hablan así de la oración; hombres de todos los tipos de vida han dicho lo mismo. El general Havelock se levantaba a las cuatro, si la hora de empezar la marcha eran las seis, para no perder el precioso privilegio de la comunión con Dios antes de emprender las mar­chas a que obligaba su profesión.
  7. Su Matthew Hale decía: «Si descuido orar y leer la Palabra de Dios por la mañana, nada va bien du­rante el día».
  8. Una gran parte de mi tiempo», decía McCheyne, «lo paso afinando mi corazón para la oración. Es el hilo que une la tierra con el cielo».
  9. Una perspectiva comprensiva de este tema nos mostraría que hay nueve elementos que son esenciales para la verdadera oración. El primero es la adoración; no podemos establecer contacto con Dios en el mismo nivel, hemos de acercarnos a Él como quien está más allá de nuestro alcance y nuestra vista. El siguiente es la confesión; el pecado ha de ser eliminado. No podemos tener comunión con Dios mientras haya alguna transgresión por nuestra parte. Si hay algo pecaminoso hecho por el hombre, no puede esperar favor hasta haber confesado la falta. La restitución es otro; hemos de hacer compensación por la falta, siempre que sea posible. La acción de gracias es el próximo paso; hemos de estar agradecidos a Dios por lo que ha hecho por nosotros ya. Luego viene ej perdón, y después la unidad; y luego, tiene que haber fe. Bajo esta influencia estaremos preparados para ofrecer nuestras peticiones. Escuchamos gran número de oraciones que no son nada más que exhortaciones; si el individuo que ora no tuviera los ojos cerrados supondríamos que está predicando. Hay también mucha oración que es solo buscar faltas en otros. La esencia,de la oración es petición. Pero con ella y tras ella ha de haber sumisión. Mientras oramos hemos dé estar dispuestos a aceptar la voluntad de Dios. Vamos a considerar estos nueve elementos en detalle, y cerraremos nuestra pesquisa dando ilustraciones incidentales de la certidumbre de recibir, bajo estas con­diciones, respuestas a la oración.

Jesús, como Hombre de Oración


Jesús, como Hombre de Oración

Quiero llamar la atención del lector de modo es­pecial sobre Cristo como un ejemplo para nosotros en todas las cosas, pero de un- modo especial en la ora­ción. Leemos que Cristo oraba al Padre por todo. Toda gran crisis de su vida fue precedida por la oración. Dejadme citar unos pocos pasajes. Nunca noté hasta hace unos pocos años que Cristo estaba orando en su bautismo. Mientras oraba, los cielos se abrieron, y el Espíritu Santo descendió sobre Él. Otro gran aconte­cimiento de su vida fue la Transfiguración. «Y entre­tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente» (Lucas 9:29).
En Lucas 6:12, leemos: «Aconteció en aquellos días que Él salió al monte a orar, y pasó la noche entera en oración a Dios». Éste es el único punto en que se nos dice que el Salvador pasó toda una noche en oración. ¿Qué iba a acontecer? Cuando descendió del monte reunió a sus discípulos y les predicó el gran mensaje conocido como el Sermón del Monte, el ser­món más maravilloso que ha sido predicado a los mortales. Probablemente no hay otro sermón que haya hecho tanto bien, y fue precedido por una noche de oración. Si nuestros sermones han de alcanzar los corazones y las conciencias de la gente, hemos de estar en contacto con Dios en oración para que haya poder en la Palabra.
En el Evangelio de Juan leemos que Jesús, junto a la tumba de Lázaro, levantó sus ojos al cielo y dijo: «Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes, pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que Tú me has enviado» (Juan 11:41, 42). Antes de hablar y devolver la vida al muerto habló a su Padre. Si hemos de ver levantados a nuestros muertos espirituales, hemosae conse^hj_poder de Dios. La razón por la que fallamos en conmover a nuestros prójimos es que tratamos de ganarlos sin obtener poder de Dios antes. Jesús estaba en comunión con su Padre, de modo que podía estar seguro de que sus oraciones eran oídas.
Y leemos en Juan (12:27, 28) que nuestro Señor ora­ba al Padre. Creo que éste es uno de los capítulos más tristes de la Biblia. Estaba a punto de dejar a la nación judía y de hacer expiación por los pecados del mundo. Oigamos lo que dice: «Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas, para esto he llegado a esta hora». Estaba ya casi bajo la sombra de la cruz; las iniquidades de la humanidad iban a ser puestas sobre Él; uno de los doce discípulos iba a negarle y a jurar que nunca le había conocido; otro le vendería por 30 monedas de plata; todos iban a abandonarle y huir. Su alma estaba afligida en extre­mo y por ello ora. Dios le contestó. Luego, en el huerto de Getsemaní, mientras oraba, un ángel apareció para fortalecerle. En respuesta a su clamor: «Padre, glori­fica tu nombre», se oyó una voz del cielo que descen­día desde la gloria: «Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez» (Juan 12:28).
Otra memorable oración de nuestro Señor tuvo lugar en el huerto de Getsemaní: «Y Él se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas, oraba» (Lucas 22:41). Quisiera lla­mar tu atención sobre el hecho de que cuatro veces llegó la respuesta del cielo directamente mientras el Salvador oraba a Dios. La primera vez fue con ocasión de su bautismo, cuando los cielos fueron abiertos y el Espíritu descendió sobre Él en respuesta a su oración. Luego, en el monte de la Transfiguración, Dios se le apareció y le habló. Luego, cuando los griegos fueron a Él deseando verle; y finalmente, cuando clamó al Padre en medio de su agonía recibió una respuesta directa. Estas cosas son registradas, sin la menor duda, para animarnos a orar.
Leemos que sus discípulos acudieron a Él y le dijeron: «Señor, enséñanos a orar». No se dice que les enseñara a predicar. He dicho más de una vez que me gustaría mucho más poder orar como Daniel que predicar como Gabriel. Si tienes amor en tu corazón de modo que la gracia de Dios pueda descender a con­testar tu oración, no tendrás dificultad para alcanzar a la gente. No es por medio de sermone elocuentes que las almas que perecen pueden ser alcanzadas; necesitamos el poder de Dios a fin de que pueda decender la bendicion.
La oración que nuestro Señor enseñó a sus discí­pulos es comúnmente conocida como Padrenuestro. Y por otros como la Oración del Señor. Yo creo que la oración del Señor, propiamente, es la del capítulo 17 de Juan. Ésta es la oración más larga de Jesús de la que tenemos registro. Uno puede leerla lentamente y con cuidado en unos 4 o 5 minutos. Aquí podemos aprender una lección. Las oraciones del Maestro eran cortas cuando las ofrecía en público; cuando estaba a solas con Dios ya era otra cosa, y podía pasar toda una noche en comunión con su Padre. Según mi experien­cia, Tos que pasan más tiempo en su cuarto en oración privada generalmente hacen oraciones cortas en pú­blico. Las oraciones largas en general no son oraciones y cansan a los demás. ¡Cuan corta fue la oración del publicano!: «Ten misericordia de mí, pecador!». La mujer sirofenicia hizo una oración más corta aún: «¡Señor, ayúdame!». Fue al blanco directamente, y consiguió lo que quería. La oración del ladrón en la cruz fue muy corta: «¡Acuérdate de mí cuando vinieres en tu reino!». La oración de Pedro fue: «¡Se­ñor, sálvame que perezco!». De modo que puedes hojear las Escrituras y hallarás que las oraciones que trajeron respuestas inmediatas fueron generalmente breves. ¡Que nuestras oraciones vayan al grano, di-ciéndole a Dios lo que querernos!
En la oración de nuestro Señor, en Juan 17, halla­mos que hizo siete requerimientos: uno para El mis­mo, cuatro para los discípulos que le rodeaban, y dos para los discípulos de épocas subsiguientes. Seis ve­ces en esta oración repite que Dios le ha enviado. El mundo le miraba como un impostor; y Él quería que supieran que Dios le había enviado. Habló del mundo nueve veces, y hace mención de sus discípulos y de los que creen en Él cincuenta veces.
La última oración de Cristo en la cruz fue corta: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Creo que esta oración fue contestada. Vemos que allí mismo, ante la cruz, se convirtió un centurión roma­no. Era, probablemente, como respuesta a la oración del Salvador. La conversión del ladrón, creo, fue en respuesta a la oración de nuestro bendito Salvador. Saulo de Tarso oyó, sin duda, la oración de Esteban pidiendo misericordia por los que le apedreaban. Las palabras que oyó, tan parecidas a las de Jesucristo en la cruz, puede que le siguieran hasta el camino de Damasco, donde el Señor se le apareció. Una cosa sabemos: en el día de Pentecostés algunos de los ene­migos del Señor fueron convertidos. Sin duda, fue como respuesta a la oración: «Padre, perdónalos».

Las oraciones de la Biblia


Capítulo 1
Las oraciones de la Biblia



  • Las personas que han dejado la impresión más profunda en esta tierra, maldita por el pecado, han sido hombres y mujeres de oración. Podrás ver que la ORACIÓN ha sido un gran poder que ha movido no solo a Dios, sino al hombre. Abraham era un hombre de oración y los ángeles descendían del cielo para hablar con él. La oración de Jacob fue contestada en la maravillosa entrevista de Peniel, que dio por resul­tado tan gran bendición y el que se ablandara el corazón de su hermano Esaú; el niño Samuel nació como respuesta a la oración de Ana; la oración de Elías cerró los cielos durante tres años y seis meses, y cuando oró otra vez los cielos dieron lluvia.

  • El apóstol Santiago nos dice que el profeta Elías era un hombre «sometido a pasiones semejantes a las nuestras». Estoy agradecido de que estos hombres y mujeres que eran tan poderosos en oración fueran exactamente como nosotros. Corremos el peligro de pensar que estos grandes profetas y varones de anta­ño eran diferentes de nosotros. Sin duda, vivieron en una edad en que había menos conocimientos dispo­nibles, pero estaban sometidos a pasiones semejantes a las nuestras.

  • Leemos que en otra ocasión Elias hizo descender fuego del cielo en el Monte Carmelo. Los profetas de Baal invocaron a su dios durante mucho tiempo, pero no hubo respuesta. El Dios de Elias escuchó y contestó su oración. Recordemos que el Dios de Elias vive todavía. El profeta fue transportado al cielo, pero su Dios todavía vive; y tenemos el mismo acceso ante Él que tenía Elias. Tenemos la misma autorización de ir a Dios y pedirle fuego del cielo que descienda y con­suma nuestras pasiones y malos deseos; que queme nuestra paja y escoria y deje vislumbrar a Cristo en nosotros.

  • Eliseo predicó y resucitó un niño muerto. Muchos de nuestros hijos están muertos en sus delitos y peca-dos. Hagamos lo que hizo el profeta: pidamos a Dios que los, resucite como respuesta a nuestras oraciones.

  • El rey Manases era un hombre malvado y había hecho todo lo que había podido contra el Dios de sus padres; con todo, cuando invocó a Dios en Babilonia, su clamor fue oído y fue sacado de la prisión y puesto sobre el trono de Jerusalén. Sin duda, si Dios escuchó la oración del inicuo Manases, oirá la nuestra en tiem­pos de aflicción. ¿No es éste un tiempo de aflicción para un gran número de nuestros prójimos? ¿No lo es para muchos, cuyos corazones están abrumados? Al ir al trono de la gracia recordemos que DIOS CON­TESTA LA ORACIÓN.

  • Demos otra mirada, esta vez a Sansón. Sansón oró, y le fue devuelta la fuerza, de modo que al morir, él mismo causó la muerte de más filisteos que los que había matado durante su vida. Este hombre que se había vuelto atrás, este renegado, tuvo otra vez poder con Dios. Si aquellos que se han retractado quieren volver a Dios, verán que Dios contesta prontamente su oración.

  • Job oró, y fue restaurado. La luz substituyó a la oscuridad y Dios le devolvió su antigua prosperidad, en respuesta a la oración.

  • Daniel oró a Dios, y vino Gabriel para decirle que era un hombre amado sobremanera por Dios. El mensaje le llegó tres veces desde el cielo como res­puesta a su oración. Le fueron comunicados los secre­tos del cielo, y se le dijo que el Hijo de Dios iba a ser inmolado por los pecados de su pueblo. Vemos tam­bién que Cornelio oró, y Pedro le fue enviado para darle un mensaje por medio del cual él y los suyos iban a ser salvos. Como respuesta a la oración le llegó esta gran bendición a él y a su familia. Pedro estaba en el terrado para orar por la tarde y tuvo esta ma­ravillosa visión del lienzo que descendía del cielo. Fue cuando Cornelio hubo hecho oración sin cesar a Dios que el ángel fue enviado a Pedro.

  • De modo que en todas las Escrituras hallamos que siempre que la oración de fe llega a Dios, se le da una respuesta. Creo que sería muy interesante seguir a lo largo déla Biblia lo que ha ocurrido cada vez que un hijo de Dios se ha puesto de rodillas invocando su nombre. Sin duda, el estudio reforzaría nuestra fe en alto grado, mostrando cuan maravillosamente Dios ha escuchado y librado a aquellos que le han invocado pidiendo socorro.

  • Veamos a Pablo y a Silas en la cárcel de Filipos. Mientras cantan y oran, el lugar es sacudido por un temblor y el carcelero se convierte. Posiblemente esta conversión ha hecho más que ninguna otra de las que encontramos registrada en la Biblia para traer a la gente al Reino de Dios. ¡Cuántos han sido bendecidos al buscar respuesta a la pregunta: «¿Qué es menester que yo haga para ser salvo?»! Fue la oración de los dos piadosos varones la que puso al carcelero de rodillas, y le trajo la bendición para él y su familia.

  • Recordarás cómo Esteban, mientras estaba orando y mirando hacia arriba, vio los cielos abiertos y al Hijo del Hombre a la diestra de Dios; la luz del cielo res­plandeció sobre él. Recuerda, también, cómo brilló el rostro de Moisés cuando descendió del monte; había estado en comunión con Dios, Él hace resplandecer su faz sobre nosotros; y en vez de ser nuestras caras sombrías, resplandecen, porque Dios ha escuchado y contestado nuestras oraciones.

SALMO 5

Para la menea devota hay aquí una vista preciosa del Señor Jesús, del cual se dice que en los días de su carne ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas.

Vers. 1. Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi meditación. Las palabras no son la esencia, sino sólo el ropaje de la oración. C. H. S.

La meditación es el mejor comienzo de la oración, y la oración es la mejor conclusión de la meditación. George Swinnock

Es cierto que la mayor parte de los hombres desgranan oraciones vanas, lánguidas e ineficaces, indignas de ser escuchadas por el bendito Dios, de modo que parecen hasta cierto punto dar la evaluación de ellas, ya que ni esperan éxito en sus peticiones, ni tampoco tienen después solicitud alguna sobre las mismas, sino que lanzan palabras al viento, que son realmente vanas. Robert Leighton

Vers. 1, 2. Observa el orden y la fuerza de las palabras «mi lamento», «la voz de mi clamor» o de «mi oración»; y también «está atento», «considera», «escucha». Estas expresiones son todas ellas evidencia de la urgencia y energía de los sentimientos y peticiones de David. Primero tenemos «da oído», esto es, «escúchame». Pero sirve de poco que sean escuchadas las palabras a menos que el «clamor», o meditación, sea considerado. Es como si dijera: no puedo expresarme ni hacerme entender como quisiera; por tanto, oh Dios, entiende mis sentimientos mejor de lo que soy capaz de expresarlos con palabras. Martin Lutero

Vers. 2. La voz de mi clamor. Para un padre amante, el clamor de los hijos es música, y tienen sobre él una influencia mágica que su corazón no puede resistir.
Mi Rey y mi Dios. Observa cuidadosamente estas palabras: «Mi Rey y mi Dios.» Son el meollo de la oración. Aquí el gran argumento por el cual Dios debe escuchar la oración es porque El es nuestro Rey y nuestro Dios. Nosotros no somos extraños a El: El es el Rey de nuestro país. De los reyes se espera que escuchen las solicitudes de su propio pueblo. Nosotros no somos extraños para El; somos adoradores suyos, y El es nuestro Dios; nuestro por el pacto, la promesa, el juramento y por la sangre. C. H. S.

Vers. 3. Oirás mi voz. Observa, esto no es tanto una oración como una resolución. Sin oración no valdría la pena vivir.

En la mañana. Una hora en la mañana vale dos por la noche. En tanto que el rocío está sobre la hierba, que la gracia descienda sobre el alma. Demos a Dios las mañanas de nuestros días y la mañana de nuestras vidas. La oración ha de ser la clave del día y el cerrojo de la noche. C. H. S.

«En los días de nuestros padres» —dice el obispo Burnet—, «cuando una persona llegaba temprano por la mañana a la puerta de su vecino y deseaba hablar con el dueño de la casa, era costumbre que los siervos le dijeran con franqueza: «Mi amo está orando», del mismo modo que ahora dicen: «Mi amo está en la cama.»

Me presentaré delante de ti, y esperaré. Colocaré mi oración en el arco y lo dirigiré hacia el cielo, y luego, cuando dispare la flecha, miraré para ver adónde ha ido a parar. Pero el hebreo tiene todavía un significado más pleno que esto: «Dirigiré mi oración.» Es la palabra que es usada para poner en orden la leña y los trozos de la víctima sobre el altar, y que se usa también para poner el pan de la proposición sobre la mesa. Significa precisamente esto: «Ordenaré mi oración delante de Ti»; la pondré sobre el altar por la mañana, tal como el sacerdote dispone el sacrificio matutino. Ordenaré mi oración, o como Master Trapp dice: «Pondré en orden de batalla mis oraciones», las pondré en orden, y las colocaré en sus lugares apropiados, para que pueda orar con toda mi fuerza, y orar de modo aceptable.

Voy a mirar, o como podría traducirse mejor el hebreo: «voy a observar a estar observando la respuesta. Después de haber orado, esperaré que venga la bendición.» Es la palabra que se usa en otro lugar donde leemos de los que velan esperando la mañana. ¡De este modo velaré observando tu respuesta, ¡oh Señor! Voy a disponer mi oración como la víctima sobre el altar, y miraré y esperaré recibir la respuesta por el fuego del cielo al consumir los sacrificios. ¿No nos perdemos mucho de la dulzura y eficacia de la oración por falta de una meditación cuidadosa antes de ella y de una expectativa anhelante después? La oración sin fervor es como cazar con un perro muerto, y la oración sin preparación es ir a la caza con un halcón ciego. Dios hizo al hombre, pero El usó el polvo de la tierra como material; el Espíritu Santo es el autor de la oración, pero El emplea los pensamientos de un alma fervorosa como si fuera oro con que formar un vaso. ¡Que nuestras oraciones y alabanzas no sean como los destellos de un cerebro llameante y apresurado, sino como el ardor constante y seguro de un fuego bien encendido!

Somos como el avestruz, que pone sus huevos y no se preocupa de sus pequeños. Sembramos la simiente, pero somos demasiado indolentes para recoger la cosecha. Que la preparación santa se una a la expectativa paciente, y tendremos respuestas mucho más abundantes a nuestras oraciones. C. H. S.

David quería dirigir su oración a Dios y mirar; no al mundo y su corrupción, sino a Dios y a lo que El diría. Wm. Gurnall

Y si crees, ¿por qué no esperas? Oh cristiano, mantente junto a tu oración con la expectativa santa de que has conseguido el crédito de la promesa. Wm. Gurnall

Ve rs. 4. Porque Tú no eres un Dios que se complace en la maldad. «Cuando oro contra los que me tientan» dice David-, «oro contra las mismas cosas que Tú mismo aborreces». Tú aborreces el mal. Aprendamos aquí la solemne verdad del aborrecimiento que el Dios justo ha de tener hacia el pecado. C. H. S.

Un hombre que corta con un cuchillo romo es la causa del acto de cortar, pero no del cortar mal; la causa de esto es el cuchillo; o si un músico toca un instrumento que está desafinado, él es la causa del sonido, pero no de la desafinación; la causa de ésta son las cuerdas desafinadas; o cuando un jinete cabalga un caballo que cojea y lo espolea, el jinete es la causa del movimiento, pero el caballo produce el movimiento a sacudidas; de la misma manera, Dios es el autor de toda acción, pero no del mal de esta acción; la causa de esto es el hombre. Spencer, Cosas nuevas y viejas

El malo no habitará junto a Ti. ¡Oh, qué insensato es intentar hospedar a la vez a dos invitados hostiles entre sí como son Cristo Jesús y el diablo! Puedes tener la seguridad de que Cristo no va a vivir en la sala de tu corazón si al mismo tiempo hospedas al diablo en el sótano de tus pensamientos. C. H. S.

Vers. 4-6. Aquí se nos presenta al Señor apartando a los malos y parece que lo hace en seis pasos. Primero, no tiene placer en ellos; segundo, ellos no habitan con El; tercero, los echa de si, no estarán ante su vista; cuarto, su corazón se aparta de ellos: «aborreces a los que hacen iniquidad»; quinto, su mano se vuelve contra ellos: «Tú destruirás a los que hablan mentira»; sexto, su Espíritu se levanta contra ellos, y se aleja de ellos: «el Señor abomina al hombre sanguinario y engañador».

Estas palabras, «los que obran iniquidad», pueden ser consideradas de dos maneras: primero, afectando, no a todos los grados de pecadores, o a los pecadores de cada grado, sino al grado más alto de pecadores, pecadores grandes y burdos, pecadores tercos y voluntariosos. Tal es el pecado cometido con tesón, como si dijéramos, algo artificial, con esmero y cuidado para conseguir un nombre para sí, como Si tuvieran la ambición de ser contados como profesionales, que no se avergüenzan de hacer aquello de que deberían avergonzarse; éstos, en el sentido estricto de las Escrituras, son los obradores de iniquidad. Por ello, nota que estos pecadores nefandos hacen del pecado su oficio, su ocupación. Aunque cada pecado es una obra de iniquidad, con todo, sólo algunos pecadores son obradores de iniquidad; y éstos que son llamados así, hacen del pecado su profesión. Leemos de algunos que aman v obran mentiras (Apocalipsis 22:15). Jos. Caryl
Vers. 5. Los insensatos no estarán delante de tus ojos. Los pecadores son insensatos ampliados. Un pecado pequeño es una gran locura, y la mayor de todas las locuras es un gran pecado.

Aborrece a todos los que hacen iniquidad. No se trata de un desagrado leve sino de un aborrecimiento a fondo el que Dios tiene hacia todos los que hacen iniquidad. El ser aborrecido por Dios es una cosa terrible. Seamos fieles advirtiendo a los malos que nos rodean, porque sería una cosa terrible para ellos el caer en las manos de un Dios airado. C. H. S.

Qué cosa tan asombrosa es el pecado, que hace del Dios de amor y Padre de misericordias un enemigo de sus criaturas, y que sólo puede ser purificado por la sangre del Hijo de Dios. Thos. Adam pensamientos privados.

Para saber lo que Dios piensa del pecado, véanse: Deuteronomio 7:22; Proverbios 6:16; Apocalipsis 2:6, 15. Wm. Gurnall

Si un hombre aborrece a un animal venenoso, aborrece aún más al veneno. La fuerza del aborrecimiento de Dios es hacia el pecado, y por ello nosotros también deberíamos aborrecer al pecado, y aborrecerlo con toda nuestra fuerza; es una abominación para Dios, por lo que debería serlo para nosotros. Wm. Greenhill

Los obradores de iniquidad han de perecer (Lucas 13:27). David Clarkson

Vers. 6. Destruirás a los que hablan mentira. Los que hablan mentira deben ser castigados como los obradores de maldad. Todos los mentirosos tendrán su porción en el lago que arde con fuego y azufre. C. H. S.

Sea que mientan en broma o que mientan en serio, todos los que mienten (si no se arrepienten) irán al infierno en serio. John Trapp

En el mismo campo en que Absalón presentó batalla contra su padre estaba el roble que fue su cadalso. La mula en que cabalgaba fue su verdugo, porque la mula le llevó al árbol, y su cabello, del cual se gloriaba, sirvió como cuerda para dejarlo colgando. Poco saben los malvados que todo lo que ahora tienen será una trampa o lazo para ellos cuando Dios empiece a castigarlos. Wm. Cowper

Vers. 7. Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa. ¡Qué versículo tan hermoso es éste! Las palabras y el sentido de las mismas llevan consigo un poderoso contraste. Porque hay dos cosas a las cuales estamos sometidos en esta vida: la esperanza y el temor, que son, como si dijéramos, las dos fuentes de Jueces 1:15, la de arriba, y la de abajo. El temor viene al considerar las amenazas y juicios terribles de Dios; pero la esperanza viene de considerar las promesas y dulces misericordias de Dios. Martin Lutero
Por la abundancia de tu misericordia. No entraré en ella por mis propios méritos; no, tengo una gran multitud de pecados, y, por tanto, entraré por la abundancia de tu misericordia. C. H. S.

Vers. 8. Guíame, Jehová. Es seguro y agradable andar cuando el Señor nos guía.
En tu justicia. No en mi justicia, porque ésta es imperfecta, sino en la tuya, porque Tú eres la misma misericordia.

Allana tu camino delante de mí. No mi camino. Cuando hemos aprendido a ceder en nuestro propio camino y a andar en el camino de Dios, es una bienaventurada señal de gracia; y no es una misericordia pequeña el ver el camino de Dios con una visión clara delante de nuestro rostro. C. H. S.

Vers. 9. Esta descripción del malvado ha sido copiada por el apóstol Pablo como una descripción exacta de toda la raza humana, no de los enemigos de David solamente, sino de todos los hombres por naturaleza. C. H. S.

Sus entrañas son maldad. Si toda el alma está infectada con una enfermedad tan desesperada, qué obra tan grande y difícil es el regenerarla, restaurar a los hombres de nuevo a la vida y el vigor espirituales; curar los pulmones o el hígado si están enfermos se considera una gran cura, aunque sólo sean una parte de la persona; pero en cuanto a ti, todas tus entrañas están corrompidas. ¡Qué gran cura es, pues, el sanarte! Es tan grande que sólo puede realizarla la habilidad y poder de Dios. Thos. Goodwin

Sepulcro abierto es su garganta, un sepulcro lleno de cosas asquerosas, miasmas, pestilencia y enfermedad. Pero, peor aún, es un sepulcro abierto, con todos los gases y hedores saliendo del mismo y esparciendo muerte y destrucción alrededor. Así que sería una gran misericordia si la garganta de los malvados pudiera ser cerrada, pero «su garganta es sepulcro abierto» y, como resultado, toda la maldad de su corazón sale fuera por ella.
¡Qué peligroso es un sepulcro abierto!; los hombres, al pasar por allí, pueden fácilmente tropezar y caer en él y encontrarse entre los muertos. ¡Ah!, cuidado con el malvado, porque hará y dirá cuanto pueda para destruirte. Hay un pensamiento dulce aquí, sin embargo. En la resurrección, ésta será no sólo de los cuerpos, sino de los caracteres. C. H. S.

Esta figura retrata gráficamente la conducta depravada de los malos. No hay nada más abominable para los sentidos que un sepulcro abierto; cuando un cadáver empieza su putrefacción salen de allí pútridas emanaciones. Robert Haldane en Exposiciones de la Epístola a los Romanos

Así como un sepulcro, después de haber devorado muchos cadáveres, está todavía dispuesto a consumir más, y no está nunca satisfecho, del mismo modo el malvado, habiendo derribado a muchos con sus palabras, sigue con su nefasta pesquisa, buscando aún a quién devorar. Thos. Wilson

Con su lengua hablan lisonjas. Cuando el lobo lame al cordero, se está preparando para mojar sus dientes con la sangre del inocente animal. C. H. S.

Vers. 10. Contra Ti; no contra mí. Si ellos fueran mis enemigos los perdonaría, pero no puedo perdonar a los tuyos. Hemos de perdonar a nuestros enemigos, pero a los enemigos de Dios no está en nuestro poder el perdonarlos. Estas expresiones han sido notadas con frecuencia por hombres de gran refinamiento que han dicho que son ásperas y ofensivas al oído. Recordemos que no pueden ser interpretadas, como tampoco las profecías, según se quiera. Nunca hemos oído de un lector de la Biblia a quien la lectura de estas palabras haya hecho vengativo. Cuando oímos a un juez que condena a un asesino, por severa que sea la sentencia, no por ello pensamos que nosotros quedamos justificados para condenar a otros por una injuria privada que nos hayan hecho. C. H. S.

Si Abraham hubiera estado al lado del ángel que destruyó a Sodoma y hubiera visto que el respeto al nombre de Jehová requería la destrucción de aquellos rebeldes impenitentes, habría exclamado: «¡Que descienda la lluvia del cielo, el fuego y el azufre!»; no con espíritu de venganza, no por falta de amor o ternura para las almas, sino con intensa sinceridad respecto a la gloria de su Dios. Thos. Fuller

Vers. 11. Pero alégrense todos los que en Él confían; den voces de júbilo para siempre, porque Tú los defiendes; en Ti se regocijen los que aman tu nombre. El gozo es el privilegio del creyente. Cuando los pecadores sean destruidos nuestro regocijo será completo. Ellos se ríen primero y llorarán después para siempre; nosotros lloramos ahora, pero nos gozaremos eternamente. C. H. S.

Vers. 12. Porque Tú, oh Jehová, bendecirás al justo. Ésta es una promesa de infinito alcance, amplitud y longitud ilimitadas, y sumamente preciosa. C. H. S.

Cómo con un escudo lo rodearás de favor. El escudo no es para la defensa de alguna parte del cuerpo en particular, como lo son cada una de las otras piezas de la armadura, sino que es una pieza destinada a la defensa de todo el cuerpo. El escudo no sólo defiende todo el cuerpo, sino que es una defensa para la armadura del soldado también. Así, la fe es una armadura sobre la armadura, una gracia que preserva a las demás gracias. Wm. Gurnall