El
mensaje olvidado de arrepentimiento - David Wilkerson
.
En la ciudad de Nueva York podrás visitar iglesia tras iglesia,
desde majestuosas catedrales hasta pequeñas congregaciones, y rara vez
escucharás una predicación acerca del arrepentimiento. Lo mismo ocurre en
muchas iglesias evangélicas en toda América y el mundo entero. Podrías visitar
congregación tras congregación por meses enteros y nunca escuchar una sola
mención de la palabra arrepentimiento.Desde luego, hay iglesias que no se comprometen con esta
importante doctrina bíblica. Un gran número de iglesias ha determinado que el
arrepentimiento es un mensaje bastante ofensivo para ser predicado. De hecho,
denominaciones enteras lo han despreciado restándole importancia.En tales iglesias escucharás todo acerca del amor de Dios, sus
bendiciones y los principios que debes aplicar a tu vida, pero no una palabra
que hable de sentir la tristeza que es según Dios por tus pecados. Podrás
escuchar mensajes que hablen de amar a los demás para convertirte en una buena
persona. Estas cosas definitivamente son bíblicas. Pero no escucharás un
mensaje de arrepentimiento como el que Pedro predicó en Pentecostés. Su
predicación llevó a muchos a la libertad en Cristo Jesús.Muchos pastores modernos podrían horrorizarse de lo que Pedro
predicó aquel día. Hechos 2 nos muestra el contexto del poderoso mensaje del
apóstol:Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a
los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? (Hechos 2:37)
Como este versículo lo demuestra, debe haber un conocimiento
previo de los pecados antes de tener un verdadero arrepentimiento. Ese es el
propósito de la ley: hacernos conscientes de nuestros pecados. El corazón de
aquellas personas en Jerusalén fue conmovido cuando escucharon la palabra de
Dios y solo así reconocieron sus pecados.Pedro respondió a su clamor desesperado instruyéndoles de esta
manera: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”
(Hechos 2:38). ¿Qué significa esto de arrepentirse?EL VERDADERO ARREPENTIMIENTO PRODUCE TRISTEZA, PENA Y PESAR POR
LOS PECADOSArrepentirse consiste en experimentar tal contrición que lleve a
cambiar el rumbo de tu vida. O algo más simple: arrepentirse es volverte de tus
pecados e ir en la dirección opuesta.El arrepentimiento no te da ningún mérito ante Dios. Sólo el
sacrificio de la sangre de Cristo puede otorgarte el perdón. Pero el
arrepentimiento es el único camino para obtener el verdadero gozo y ser
restaurado. No hay otra forma de entrar en la paz y el reposo de Cristo, sino a
través de las puertas del arrepentimiento. Pablo escribió a los Corintios
acerca de los frutos que produce el arrepentimiento:“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento
para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo
produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados
según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación,
qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! (2ª
Corintios 7:10-11).
Déjame darte el trasfondo de la carta que Pablo escribió a los
Corintios. Él puso en evidencia el pecado de incesto en la congregación, pues
nadie había tomado cartas en el asunto. Y debido a que pasaron por alto este
terrible pecado, no había tristeza alguna en medio de ellos.Así que Pablo escribió a la iglesia un mensaje duro, pero bien
merecido. Entonces, cuando la gente se sentó a leer la carta en voz alta,
fueron conmovidos sus corazones. Se arrepintieron, llenos de tristeza y dolor,
e hicieron frente al pecado tan vergonzoso que había entre ellos.Ahora Pablo los animaba, diciendo: “Vean lo que la tristeza de
Dios hizo en ustedes. Produjo prudencia, trajo una indignación en contra de su
propio pecado”. El arrepentimiento es el único medio por el cual aquellos que
están cautivos por el pecado pueden ser liberados y restaurados.El arrepentimiento y la fe en la sangre redentora de Cristo resultan
en la remisión de los pecados, que significa perdón y libertad del poder del
pecado. De acuerdo con Pedro, no puede haber conversión, libertad ni nuevo
nacimiento sin arrepentimiento:Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. (Hechos
3:19)
De esta misma manera, Pablo predicó a los atenienses: “Pero
Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a
todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). Jesús dijo
que había venido con este mismo propósito: “No he venido a llamar a justos,
sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32). Quizás Lucas es todavía más
claro cuando escribe: “y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el
Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase
en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:46-47).Arrepentimiento fue el mensaje que Dios nos mandó enseñar cuando
establecimos la iglesia, hace más de veinte años, aquí en Nueva York.En los inicios de la iglesia de Times Square, el Espíritu Santo
instruyó a nuestro equipo pastoral para predicar arrepentimiento. Él consumió
nuestros corazones con una verdad: donde el pecado abunda, sobreabunda la
gracia.Debíamos plantar nuestra iglesia en el corazón de Broadway,
cerca de la Calle 42, en medio de sus clubes nocturnos, cines XXX, tiendas de
pornografía, distribuidores de droga, prostitutas y homosexuales. Realizábamos
nuestros servicios en el teatro Nederlander de la Calle 41. En aquel tiempo esa
cuadra era llamada “el callejón de la basura” porque los adictos inhalaban su
droga y tiraban el desperdicio frente al teatro. Era como un retrato del
infierno en la tierra.El Espíritu nos advirtió que estábamos entrando en territorio de
Satanás. Tuvimos que asumir una postura firme para ir en contra del dominio del
pecado. En breve nos encontramos en la zona de guerra para reclamar a los
cautivos por el diablo. Así que tuvimos que estar preparados para el
contraataque y para ser perseguidos con todas las armas del infierno.Francamente, no podríamos ganar a esos cautivos mientras
estuvieran cómodos en su pecado. Para hacerles entender la misericordia de
Cristo tuvimos que confrontarlos con sus pecados, así ellos estarían convictos
y listos para abandonarlos por completo. Esa fue la única forma de emprender la
guerra en el campo espiritual.Así que predicamos arrepentimiento. Dijimos a todo aquel que
cruzaba nuestras puertas que nadie podía llamar a Jesús Señor si su vida no
había cambiado. Ese mensaje lo predicamos a todos los que asistían a nuestros
servicios, sin tomar en cuenta su estatus social: actores de Broadway,
vendedores de droga, ejecutivos de Wall Street y travestis. Nadie podía decir
amar a Jesús si su vida no mostraba los frutos de su arrepentimiento.Después de confrontar el pecado con la predicación de
arrepentimiento, comenzó a brotar un increíble gozo. Las personas fueron
liberadas de sus pecados, abandonaron sus hábitos pecaminosos y su manera
sensual de vivir. Hombres y mujeres, tanto de oficinas corporativas como del
“callejón de la basura”, fueron transformados por la sangre de Cristo que
limpia todo pecado y por el poder de su Espíritu que hace libre al cautivo.Después de más de veinte años, ese mismo gozo permanece aquí en
la iglesia de Times Square. Y todavía enseñamos el mensaje que la primera
iglesia predicó en Jerusalén el día de Pentecostés: arrepentimiento para perdón
de los pecados.EL EVANGELIO DE LA COMODIDAD CONFUNDE COMPLETAMENTE EL AMOR DE
DIOSMultitudes hoy en día se congregan en eventos donde los pastores
de la comodidad les dicen: “Todo lo que necesitan es creer y nacerán de nuevo”.
Esta doctrina la fundamentan en el pasaje de Hechos 16, donde un carcelero
pregunta a los apóstoles acerca de cómo obtener la salvación. La respuesta de
Pablo fue: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos
16:31).Los ministros que hacen énfasis en esta doctrina olvidan que
cuando el carcelero se acercó a los apóstoles, estaba tan convencido de su
pecado, que “vino temblando, y se postró a los pies de Pablo y de Silas”
(Hechos 16:29). Este hombre estaba tan angustiado y turbado que había considerado
suicidarse. Reconoció su pecado y el temor de Dios lo llevó a arrepentirse.Los simples sentimientos no pueden convertir el alma de nadie.
Éstos sólo tocan las emociones pero son incapaces de conmover los lugares más
profundos del alma. Esta es una verdad muy importante que tuvimos cuidado de
enseñar desde un inicio en la iglesia de Times Square. Y es una verdad que
constituye la base del evangelio mismo. Es una verdad que nos habla de la
condenación bíblica del pecado –una amonestación al pecador a correr a la Cruz
o perecer– el más grande mensaje de amor jamás ofrecido al hombre.Debajo del nombre de nuestra iglesia, sobre la marquesina del
teatro, se lee el siguiente mensaje: “La iglesia que el amor está
construyendo”. Para nosotros esto no es una idea romántica o sentimental, sino
es un mensaje que dice claramente: “Estamos aquí para pelear por ti contra todo
el infierno. No te encubriremos la verdad, si en realidad quieres una vida
nueva”.LOS MINISTROS QUE ELUDIERON EL MENSAJE DE ARREPENTIMIENTO COMIENZAN
A PREDICARLO DE NUEVOEl pastor de una megaiglesia se sintió redargüido debido a sus
predicaciones tan ligeras y simplonas. Por semanas forcejeó con su conciencia,
pensando: “No soy un pastor verdadero. No estoy dando a las personas lo que
necesitan para crecer y madurar en Cristo”.Así que cambió su predicación e incluyó el mensaje de
arrepentimiento. Antes de esto su congregación era contada en millares. Ahora,
desde que comenzó a enseñar arrepentimiento, ha quedado con menos de doscientas
personas. Pero está lleno de gozo y muy bendecido al ver a sus congregantes
crecer en Cristo.Tengo que preguntarme: ¿es esta la razón por la cual muchos
pastores nunca predican arrepentimiento? ¿Tienen miedo de perder gente en sus
iglesias? ¿Temen no poder pagar sus créditos hipotecarios? ¿Necesitan muchas
personas que diezmen para así poder absorber los gastos cada vez mayores en su
congregación?A veces me pregunto qué pasaría con las personas de tales
iglesias al escuchar a su predicador dar un mensaje de arrepentimiento. Me
imagino multitudes a punto de escuchar su último sermón. Detrás de las
bambalinas, el predicador está bajo la influencia del Espíritu Santo que le
habla con gran poder:“El día del Señor está cerca. La mano escribe en la pared, y
Dios pronto juzgará a las naciones. Todas las cosas serán conmovidas, y los
corazones de los hombres desfallecerán por ello”.“No vayas esta noche al púlpito y fortalezcas las manos de los
pecadores. La mayoría son almas ciegas y enfermas, como ovejas perdidas. Están turbadas
con dolorosos problemas familiares, vicios, esclavos de los tormentos del
enemigo”.“Si tú no les adviertes, su sangre será sobre tu cabeza. El
profeta Ezequiel te lo ha anunciado y sin duda alguna acontecerá si tú no tocas
la trompeta para amonestar al perverso. Ellos morirán en su pecado y el Señor
demandará su sangre de tu mano”.“Ve ahora y diles que se arrepientan y que dejen sus malos
caminos. Nunca más obstruyas mis palabras, porque conducen a la vida. Después
confórtalos y aliéntalos”.Si tal predicador fuere obediente, inmediatamente sería testigo
de dos cosas: un éxodo masivo de personas y un reducido grupo que se quedaría
perplejo en sus asientos. Después de algunos minutos, el predicador comenzaría
a escuchar sollozos entre los que decidieron quedarse. Finalmente, una voz se
levantaría de entre ellos preguntando: “¿Qué debemos hacer ahora?”.Esto está comenzando a suceder. Uno de los predicadores más
exitosos en Europa, estando delante de una enorme multitud, dijo: “Ha venido la
hora de confesar los pecados, llorar y enderezar los caminos”. Un predicador
amigo mío estuvo en ese evento y lo calificó de maravilloso. Mi oración es por
que lo mismo acontezca en todas las iglesias, aquí en América y en todo el
mundo.Debo admitir que en ocasiones he bajado del púlpito con un gran
dolor después de predicar un duro mensaje. Algunas veces me he preguntado:
“Señor, me parece que esto ha estado muy duro. ¿Te habré escuchado
correctamente? Si estoy equivocado al predicar este tipo de mensajes, muéstramelo
por favor”. Una vez, cuando me encontraba en una profunda agonía por una
prédica que di, recibí una llamada telefónica de uno de mis hijos, que me dijo:
“Papá, gracias por predicar ese mensaje. El Señor me habló claramente y me puso
en una encrucijada que he tenido que enfrentar”.ALGUNOS DE LOS QUE SE HAN ARREPENTIDO PERMANECEN EN TEMOR E
INCREDULIDADEstoy seguro de que Dios se lamenta de las iglesias que no
predican el mensaje de arrepentimiento. De hecho, tengo la convicción de que el
Espíritu Santo no habita en tales iglesias.Con todo y esto, creo que hay algo que aflige el corazón de Dios
aún más que ser negligentes en predicar arrepentimiento. Y esto es que aquellos
que confiesan sus pecados continúen viviendo en temor e incredulidad.Hablo de aquellos quienes han tenido una verdadera convicción de
pecado. Que han experimentado la tristeza que es según Dios por sus maldades y
las han confesado, pero aún no tienen la paz y el gozo que viene con el perdón
que trae el arrepentimiento.El arrepentimiento conduce al perdón y el perdón debe conducir
al gozo y la paz. Estas personas, sin embargo, no tienen tal descanso. Por el
contrario, viven en constante temor de que sus vidas no estén agradando a Dios.
Continúan orando por su salvación e incluso intentan bautizarse una y otra vez.
Sencillamente, nunca han comprendido en su totalidad el poder del perdón.En realidad, tales personas viven bajo el pacto del Antiguo
Testamento. Son oprimidos por una ley que los mantiene atormentados y su
conciencia los condena. Tal como dijo Isaías: “Pobrecita, fatigada con
tempestad, sin consuelo…” (Isaías 54:11).LA OPRESIÓN POR LOS PECADOS –MEMORIAS Y RECUERDOS DE LOS PECADOS
PASADOS– NO DEBE CARGARSE MÁS ALLÁ DE LA CRUZ.Cualquier tristeza por los pecados pasados, impuesta
voluntariamente, debe ser echada en los raudales de la sangre de Cristo.
Finalmente, llega el momento cuando todo aquel que sigue a Cristo escucha las
palabras: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar” (Mateo 11:28).El Señor hace un llamado a todos los que se han arrepentido y
creído en su nombre, pero que todavía no pueden gozarse en ello porque llevan
una pesada carga de culpabilidad y condenación. A todos estos, Dios los invita
a venir a Él y entregarle su pesada carga, para ser llenos de gozo en sus
corazones.Cuando hacemos esto, el Espíritu Santo viene a hacer morada en
nosotros. Jesús llamó al Espíritu “El Consolador”, cuyo nombre significa “uno
que viene a estar a tu lado”. A partir de entonces, nunca más andaremos solos
ni en nuestras propias fuerzas, sino con la ayuda del Espíritu Santo.Esto es a partir del Nuevo Pacto, el cual Dios hizo con los
primeros creyentes. Según Hebreos, este pacto entró en vigor cuando Jesús murió
en la cruz:Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es
válido entre tanto que el testador vive. (Hebreos
9:17)
¿Cuál es la herencia que Jesús nos dejó a través de este pacto?
Esta es la promesa: “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me
acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:12).Pero además recibimos algo más que el perdón por medio de este
Nuevo Pacto. Dios nos da una promesa adicional cuando dice que nos hace “aptos
en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que
es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos
de los siglos. Amén” (Hebreos 13:21).¿ESTÁS BAJO UN ATAQUE SEVERO, TU MENTE ESTÁ ACOSADA?Muchos cristianos, incluyendo algunos pastores, me han dicho que
continuamente son asediados por sus pecados pasados. Me dicen: “Hermano David,
si supiera todo lo que hice, cómo pequé contra la luz, entonces entendería por
qué me siento angustiado. Mis pecados se han acumulado sobre mi cabeza y lucho
constantemente contra esa culpabilidad. Creo que el Señor me ha perdonado y que
su sangre es suficiente para cubrir mi iniquidad, pero no tengo la paz que trae
el entenderlo”.Otros me dicen: “Creo que he sido perdonado, pero mi mente
continuamente es bombardeada con ideas infernales. Pueden venirme donde sea,
aun en la iglesia, y me hacen sentir muy sucio. Es difícil creer que soy puro
ante los ojos de Dios”.Estos creyentes olvidan que Satanás también tentó a Jesús de
forma terrible, con ideas espantosas cuando fue probado en el desierto. Hoy el
diablo envía pequeñas zorras a tu vida para hacerte creer que no tienes
esperanza y que Dios está airado contigo. Todo esto con el fin de poner dardos
en tu mente e intentar destruir tu fe en el poder de la sangre de Cristo.Amado santo, no debes prestar atención a estos ataques en tu
mente. Debes ignorarlos, clamando: “Santo Espíritu, sé que estás a mi lado.
Dame tu ayuda”.Tienes que entender que todo aquel que toma la cruz de Cristo y
pelea la buena batalla de la fe estará en una guerra constante. Todos vamos a
hacer frente a los dardos del maligno –pensamientos que vienen debido a nuestro
pasado, pues en otro tiempo vivimos en la maldad y la sensualidad–. No
obstante, cuando rociamos la sangre de Cristo sobre esas raíces de duda, cada
parte de nuestro ser es confortada, incluyendo nuestra mente, y somos
purificados por completo.¿ESTÁS LUCHANDO PARA DEJAR UN PECADO QUE TE ASEDIA, UNA
FORTALEZA DE SATANÁS?¿Has determinado que no existe posibilidad alguna de que seas
libre para siempre de tu pecado? Yo te exhorto a considerar estas cuatro cosas:1. Asegúrate de que el Señor aún te ama y que te extiende su
gracia y misericordia.2. Arrepiéntete, pidiéndole a Dios que traiga sobre ti tristeza
y contrición por tus pecados.3. Recibe el amor de Dios y descansa en su promesa de
perdonarte.4. Confía en el Nuevo Pacto que te dice: “Seré misericordioso
contigo y perdonaré todos tus pecados. Y formaré en ti aquellas cosas que son
agradables a mi voluntad”.No estás solo en esta lucha. Él ha enviado su Santo Espíritu,
quien sabe como superar al enemigo y liberarte de toda esclavitud. Él es el
inmutable, la voz que te guiará y te fortalecerá en todas tus batallas.Ora conmigo: “Santo Espíritu, quiero crecer espiritualmente.
Quiero ser librado de toda hipocresía, y tener un carácter gentil, paciente y
amoroso. Prepárame y dame de tu ayuda. Amén”.
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